
En alguna parte de Inglaterra.
— Silverweed, no entiendo porque tengo que vestir de esta manera o porque tengo que acompañarte ¿Porque me elegiste a mí para venir a esto?
— Son demasiadas preguntas Fiver, simplemente deberías disfrutar del viaje.
— Esto es inusual…
Anteriormente, Fiver se encontraba en Watership Down a lado de su hermano Hazel como siempre dándole de su compañía en el Flyra. Al pendiente al mismo tiempo de alguna situación inesperada de peligro, guerra o de algún enemigo, de acuerdo a sus instintos de supervivencia. Pero se trataba de un día tranquilo.
Es en ese momento que aparece Silverweed, el cual pide hablar a solas con él. Desde hace días trata de convencerlo para que venga con él a una actividad importante que no cualquiera puede hacer. Fiver en todo momento se niega, no era algo que le interesaba. Mejor que invitara a otro conejo. Pero no se podía invitar a cualquier otro conejo. Al final logra convencerlo, aunque le costó mucho trabajo…
Ahora Fiver se encuentra disfrazado de una especie de brujo: con capa y sombrero negro. Lo cual es muy extraño para él o cualquier conejo. Silverweed tiene una pequeña vestimenta azul de adivino, con un turbante en la cabeza. Ambos se encuentran viajando en una pequeña carreta, que es jalada por un ser misterioso que viste todo de negro, hasta la cabeza. En su mano derecha sostiene un arma muy larga: Una guadaña. A sus alrededores se puede notar que hay muchos espacios abiertos de terreno natural, pero se dirigían a un pueblo o una especie de vecindario.
Tiempo presente.
— Como te había dicho anteriormente… —comienza a explicar Silverweed—. Este ser es la “muerte” en persona o “Green reaper”, tiene muchos nombres. Es como el conejo negro de Inle, pero se encarga de los humanos para llevarse sus almas al otro mundo. Ósea que también es un recolector. Pero esta noche se tomó unas horas de descanso para ir a recolectar otras cosas, en un evento al que llaman: Hallowen. Para él es divertido visitar a seres vivos en esta época y pasar desapercibido con otros humanos que se disfrazan de criaturas extrañas. ¿Entiendes?
— La verdad es que apenas comprendo lo que me estas explicando… —habla Fiver avergonzando, mirando sus vestimentas—. Todo esto es muy raro e inusual. Te estoy siguiendo porque me habías dicho que sería un juego y hasta ahora no me estoy divirtiendo. ¿Por qué no elegiste a otro conejo? Hawkbit o Dandelion habrían sido mejor opción.
— Porque somos conejos especiales, es más fácil pedirnos las cosas a nosotros. Y creo que les agradamos.
— ¿A quiénes? ¿A él?
Fiver observa al sujeto de vestimentas negras jalando la carreta, quien voltea para verle. El pobre conejito no puede evitar ponerse nervioso.
Rato más tarde, llegan al vecindario y se dirigen a la primera casa tocando a la puerta. Una adolecente, una chica bonita de unos 14 años les abre la puerta. Presenciando al hombre de negro y los dos conejitos disfrazados. Ella se pone bastante feliz al verlos, por lo que atrapa a Fiver y le da un fuerte abrazo.
— ¡Qué bonito eres! —exclama la jovencita—. ¡Eres un conejito entrenado bien educado!
— ¡HAAAAAAA! ¡Ayúdame Silverweed, me quiere raptar!
— No te preocupes Fiver, solo te está dando cariño.
— Señor, tiene muy lindas mascotas. Me sorprende que le acompañen a pedir dulces en esta época, con tantos niños fuera.
— Gracias joven señorita ¿Y mis dulces? —pregunta la muerte.
— ¡Aquí tiene!
La adolecente libera a Fiver en el suelo, para luego agarrar un tason con dulces. Le regala dos puños de caramelos, para luego despedirse dulcemente de ellos. A los conejitos les llena de besos antes de irse a la siguiente casa.
— ¡Silverweed! ¿Me trajiste aquí solo para recoger dulces? Eso fue algo aterrador, pensé que esa niña me haría algo malo…
— ¡HAHAHAHAHA! No debes preocuparte de nada Fiver, ellos piensan que somos mascotas de la muerte. Y la muerte solo quiere dulces, por eso quiere nuestra compañía. En recompensa no otorgara parte de este botín.
— No creo que en Watership Down les guste mucho estas cosas… ¿Podemos irnos a casa a hora?
— ¡Claro que no, apenas empezamos!
— No entiendo cómo puedes estar acostumbrado a interactuar con humanos…
Fiver se veía algo afligido, mientras Silverweed lo consolaba con un cariñoso abrazo y lamidas en su cabeza, para que se tranquilice. La siguiente casa que visitan, los atiende una persona bastante intimidante: Un sujeto muy fuerte, con pinta de soldado con casi 2 metros de altura. Les observaba con frialdad a los 3. Volviendo el ambiente bastante tenso, por casi un minuto, mientras esperaban. Fiver era quien estaba más nervioso delante de la puerta, ante ese sujeto tan imponente: Como si estuviera frente al temible general Woundwort o Vervain u otro capitán de Efrafa.
Entonces el enorme soldado se inclina para ver a los conejitos y observarlos más de cerca. Fiver era el mas nervioso, sobre todo tratándose de un humano que podría comérselos. A pesar de que tiene la habilidad para sentir el peligro, y no lo había, no podía evitarlo. De repente el sujeto lo atrapa, para darle un tierno abrazo y llenarlo de caricias.
— ¡HAAAAAAAA!!Ayúdame Silverweed, me atrapo! ¡Me quiere comer!
— No te preocupes Fiver, el solo piensa que eres lindo. No es lo que parece.
— ¡Pero qué bonito conejito! —Exclama el soldado mimando a fiver en sus manos—. Yo tenía uno muy parecido cuando era joven. Siempre lo dejaba correr en casa. Por cierto tienen bonitos disfraces caballero.
— Gracias ¿Y mis dulces? —pregunta la muerte.
— Por supuesto, aquí tiene.
El gran señor trae su casco militar lleno de golosinas, y las vacía dentro de la bolsa de la muerte. Entonces se retiran los 3 a la siguiente casa. El soldado les desea buena suerte y una buena noche, exclamando los lindos que son sus mascotas.
—Eso fue aterrador Silverweed ¿Y tenemos que hacer esto toda la noche? Qué tal si un humano, nos come.
— No te preocupes Fiver, solo estamos aquí para ayudarle a la muerte a conseguir los dulces que tanto le gusta. Los humanos piensan que somos bonitos, eso lo hace fácil. Estaremos bien, en tanto la muerte nos cuide.
— En tanto la muerte nos cuide… Eso no suena muy alentador… ¿Alguna vez te conté que logre salvar a mi hermano Hazel, de las garras del conejo negro de Inle? Fue cuando le dispararon y…
— Después me cuentas, llegamos a la siguiente casa.
—Ho…
La siguiente casa los atienden una banda de música de Rock pesado de unas 7 personas: 5 muchachos y 2 chicas. Que dejan de tocar sus instrumentos, en cuanto ven a los lindos conejitos. Mimando tanto a Silverweed como Fiver, pero mucho más a este.
— Pero ¿Por qué no dejan de manosearme? No es agradable Silverweed y además huelen a los palitos de humo que meten en sus bocas, es feo.
— Es que eres lindo, deberías aprovechar más seguido esa cualidad.
— Preferiría que no… ¡Oye, no me agarres la cola!
— ¡Señor, tiene hermosas mascotas! —habla el guitarrista—. Mi pequeña hermanita, tiene conejitos tan bonitos como ellos.
— Son unos angelitos —dice la novia de este.
— gracias ¿Y mis dulces?
— No tenemos dulces — contesta el baterista—. Pero a cambio le regalare un cereal de frutas sin abrir. Por alegrarnos la noche con tan bellas mascotas.
— Bien.
La muerte recibe el cereal de frutas de la banda de Rock y frutas reales. Tras esto se despiden y se dirigen a la siguiente casa. En donde se encuentra una fiesta privada de mujeres vestidas con trajes sensuales de conejitas, como los de la mansión Playboy. En cuanto observan a las mascotas de la muerte, se vuelven prácticamente locas por ellos, mimándolos, abrazándolos, llenándoles de besos, etc. Al que más agarraban es a Fiver.
— ¡Silverweed esto es vergonzoso, no dejan de tocarme en todos lados! ¿Y porque se disfrazan de conejitas?
— Porque piensan que eres adorable Fiver —explica, mientras acarician su cabeza—. Y como ya te dije, esta es una celebración donde los humanos se disfrazan como gusten. Incluso de conejos, como nosotros.
— Los humanos son muy extraños —una hermosa chica le llena de besos el rostro—… Ya pueden bajarme…
— Son las mascotas más lindas del mundo señor —dice una de las mujeres al dueño—, que buena idea de sacarlos a pasear en esta celebración de Hallowen.
— ¡Y que bonitos disfraces tienen, son tan adorables!
— gracias ¿Y mis dulces? —pregunta la muerte.
— Por supuesto, pero solo tenemos pan dulce. Le daremos eso.
— Bien.
— ¡Que les vayan bien lindos conejitos! ¡Los queremos!
Se despide la casa llena de mujeres disfrazadas de conejitas sensuales. El cuerpo entero de fiver estaba lleno de lápiz labial que marcaba los besos, fue al que más mimaron. Pero se mostraba molesto, porque la gente no dejaba de mimarlo en todas las casas del vecindario que visitaron, mientras Silverweed le decía que no se preocupara y lo consolaba con lamidas en la cabeza. Lo único malo era el sabor del lápiz labial. Finalmente visitar la última casa que está llena de brujas, fantasmas, robots, científicos locos, lobos, vampiros y toda clase de entes sobrenaturales. Todos ellos se encuentran bailando, incluso la muerte con una chica diablo.
Fiver observaba el lugar de lo mas nervioso.
— Oye Silverweed ¿Son realmente seres humanos o están disfrazados?
— Sabes… No tengo la menor idea.
— Ha… ¡HAAAAA!
Una mujer murciélago agarra a Fiver, mostrando sus afilados colmillos al pobre pequeño para de inmediato … llenarlo de besos y caricias; de nuevo empezaba esto. Silverweed tampoco se salvó, porque lo tenían mimando unas hermosas doncellas. Al parecer fueron los consentidos del evento. La noche y la fiesta transcurren con normalidad y diversión, hasta las 2 de la mañana.
Lleno de dulces y tras divertirse la muerte, deja a sus conejos invitados a sus hogares en Watership Down. Les dice que los volverá a invitar en otra ocasión dejándoles una gran cantidad de verduras y frutas como premio por sus servicios. Luego desaparece. A fiver le pareció todo esto una locura extraña, todo por hacerle el favor a un amigo. De repente Silverweed besa sus labios sin razón aparente y luego le mira feliz.
— Me alegro que me acompañaras Fiver, fue una noche divertida. Luego te invitare de nuevo a algo más. Sin duda eres el conejo mas adorable de todos nosotros, por eso te quiero ¡Nos vemos pronto!
— Oye espera, que fue todo eso de…
Pero el conejo gris plateado se retira a dormir. Dejando al pequeñito conejito solo, abochornado y confundido. No sabía cómo interpretar esta última acción de su amigo, que siempre lo trata con exceso de cariño.
A la mañana siguiente los conejos de Watership Down, observan el enorme botín de vegetales y frutas, por lo que empiezan a comer. El resto de los alimentos los almacenarían. Hazel se encuentra con su hermano menor, para hablar con él.
— ¿Cómo te fue con Silverweed en la noche Fiver? ¿Algo interesante?
— Es difícil de explicar… Pero en resumen a los humanos les gustan los dulces y los conejos. :V
Fin LOL